viernes, 20 de septiembre de 2013

LA FICCIÓN –como la vida- ES UNA CONSTRUCCIÓN DEL SENTIDO

Teatro griego y frontal romano

Empezamos este post con una buena conversación como todas las que tengo con mi primo Borja. Conversaciones que trascienden de lo mundano. Yo, que soy más joven, intento sacarle la máxima información posible, como si en 20 minutos me pudiera pegar un chapuzón de cultura. Así es como le propuse escribir en mi blog gatopardiano. La idea era sencilla, escribir algo sobre la obra que fuimos a ver el día anterior, rápidamente a Borja se le ocurrió la línea de desarrollo: LA FICCIÓN –como la vida- ES UNA CONSTRUCCIÓN DEL SENTIDO

Personalmente me reí. Pensé que la ficción de mi vida, es un esfuerzo familiar de generaciones para crear un eslabón más de cadena. Cuando era niño buscaba agarrarme ante la pregunta de: ¿quién soy yo? – e igual que Ulises ante Polifemo utilizaba mil nombres “los de rey” y “los de señor” pero con el tiempo, también entendí que no soy nadie y que como todo el mundo busco aplomo en lo que puedo. Y en mi caso, antes como niño, y ahora como adulto, sólo busco refuerzo en los nombres de mi padre cuando veo que me caigo; algo así, como que rezando en la virtud de su nobleza pueda construir una actitud donde sostenerme.

Curiosamente mi vida se carga siempre de palabras de arquitecto, todas grandes y pesadas, algo así como: pilastra o contrafuerte. Muchas veces al hablar, las utilizo todas de golpe. Lo hago desde que tengo memoria, no sé muy bien porque, salvo que uno quiere adscribirse, o ser un poco teatrero, o a lo mejor es simplemente porque me gustan las formas, la oratoria o ser un buen cuentacuentos.
Diría yo, que casi todos los grandes de la historia eran buenos oradores y conquistaron su propia grandeza hechizando a su público, buscando esa concatenación de palabras que acabaran encumbrándolos. Algo así, como un actor, que cuando dicta sus mil registros y los trenza todos juntos, de repente es capaz de tocar nuestra alma, y encender en ella una cerilla.

Durante largo tiempo me ha marcado aquel poema de Gil de Biedma NO VOLVERE A SER JOVEN, que habla más bien de las limitaciones de la juventud y el teatro, siendo la muerte el único argumento de la obra. Personalmente me arrancaba una sensación de angustia terrible. Así que decidí desde hace un tiempo, hacer que ocurrieran - cantidad de cosas a mí alrededor -, tantas que incluso me diera un poco de agobio, de pronto metí todo el contenido posible a mi vida. Aprendiendo aquello que decía Michi Panero: “se puede ser todo, todo, todo en la vida menos un coñazo”.
Busco al fin y al cabo, los mil modos de encender la luz, o de abarcar más realidad como diría JM García Agulló; creando mil laberintos que al final siempre tengan salida. Es curioso escuchar que cuando morimos, se establece una pequeña frase como epitafio de una vida pasada, algo así como la unión de varios adjetivos que dan pie a una corta conversación. Ejemplo: Era un gran señor pero republicano.. como si dos o tres palabras juzgaran toda una vida.
Me pregunto cuales serán mis tres palabras, como si esa abrumadora imagen de tres ancianos comentando, me turbara el sueño los martes por la tarde. Me niego a creer que ese será el argumento de mi obra.

Sea donde fuere, espero encontrar al final de todos mis diarios, una clara imagen de una mujer que me diga que mi vida tuvo sentido, y que conseguí en ella encender una cerilla en cada rutina, porque esta es la base de donde debiera nacer un buen argumento, una rutina que tenga sentido.

Por tanto y como conclusión, no sé si el teatro de mi vida conseguirá dar la fuerza motriz para levantarme en las caídas y si en ellas conseguiré sostener un proyecto de futuro que sea la suma de todos los detalles compartidos y que elevados al cuadrado, den como resultado comprender que todo, hasta mis errores, tuvieron un porqué y ese porque tuviera al fin un sentido.

Anónimo:
“Cada uno su teatro y para el su público”.

SIGUIENTE POST - ESCRITO POR EL ESCRITOR BORJA CASTELLANO

LA FICCIÓN –como la vida- ES UNA CONSTRUCCIÓN DEL SENTIDO
(A raíz de la obra de teatro “La odisea de Homero” de El Brujo)

Exacto… y si la vida es sueño, y los sueños son ficción, entonces... Entonces, yo soy mi mejor personaje. Y al personaje principal de una ficción hay que cuidarlo, y hay que procurarle una trama, y un detonante, y puntos de giro y un clímax, y a poder ser, tratar de que permanezca en la mente del lector el mayor tiempo posible, y por qué no, convertirlo en un clásico; y todo eso, en la Odisea de Homero, lo proporciona la diosa Atenea, que dispone como lo haría el autor de una novela, que no es de manera omnipotente y absolutista, al contrario de lo que algunos puedan creer, sino respetando tanto las reglas que vienen dadas como las que él mismo ha creado. Y así, como autores de nuestra propia vida (sí, somos autor y personaje), nos preguntamos, ¿qué debo hacer? ¿Cómo construyo sentido?
Muchas veces hemos discutido Borja y yo sobre esto. Y yo siempre regreso a los mismo términos, aunque a veces no se lo diga o no sepa expresarlo, o no acierte a adecuarlo al momento en el que se encuentra nuestra digresión, que es esquiva o tal vez flexible o adaptativa (normalmente acompañada de vino), pero regreso, como digo, a los mismos términos, que son “miedo” y “verdad”. 
El “miedo”, pese a quien le pese (tal vez por miedo a asumirlo) es el mayor constructor de sentido de un vida; o más exactamente, el mayor filtro de construcción de sentido de una vida; o mejor, la mayor fuerza de construcción de sentido. No sé. Pero lo cierto es que todo lo que hacemos, todo lo que decidimos, y en último término, todo lo que somos, tiene una pátina de miedo, como un barniz sobre un cuadro siempre inacabado. (“And in short, I was afraid”. T.S. Eliot) No voy a entrar en la taxonomía del miedo, que tiende invariable y obstinadamente al infinito o al tedio, y que se aleja del objeto de esta entrada (o “post”). Pero reflexione el lector honestamente sobre esto.
Y tras el miedo se esconde la “verdad”. Quiero que mi vida sea auténtica, nos decimos, porque sólo así tendrá sentido.
¿Auténtica? ¿Acaso hay vidas ficticias?  
¿Las hay?
¡Bien! Atento el lector que haya contestado que sí, que claro que hay vidas ficticias. Y añado, la mayoría. Y el que no lo entienda, que vuelva a leer el silogismo de la primera línea (y quién quiera objetar que haga uso de la sección de comentarios).
Y lo curioso es que es por eso, porque son ficticias, que queremos que sean interesantes. Cualidad ésta de la que la realidad sin duda puede prescindir, pero no la ficción. La ficción es una construcción del sentido. Volvemos a lo mismo. Las preguntas filosóficas son tercas. Al igual que mi respuesta. Y regreso, lo avisé, a los mismo términos. And in short… I am afraid.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Miedo a la muerte o miedo a la vida. Miedo a abrir nuestro corazón y que nos lo destrocen. Miedo a que nos juzguen. Miedo a que no nos acepten. Miedo a la soledad. Miedo a uno mismo. Siempre miedo.

Anónimo dijo...

te las adelantamos: las 3 empiezan por P