sábado, 9 de febrero de 2013

Los tesoros de una iglesia

He tenido una semana de viaje, intrigado por mi mismo a ver diferentes obras religiosas.

Montserrat, como centro espiritual es importante en Cataluña. Arquitectonicamente mezcla de estilos, fue quemado en la guerra de independencia por lo que es todo nuevo. Pero su colección de arte, me deja realmente impresionado. Cuadros de todas las épocas, iconografía rusa, impresionismo, gotico, arte moderno y abstraccionismo.
caravaggio de Montserrat (San Jerónimo)
El fin de semana me quedo en Sevilla, que arremete con la iglesia del Salvador, su imaginería del XVII la hace única. El cristo de la pasión, muestra serenidad, perdón y sufrimiento. Me crea un misticismo enorme la iglesia barroca, siempre ha sido así; me detiene y eleva.
San Jose en sevilla (mirar azulejo)
Sevilla genera el encuentro de las culturas, es esa giralda base romana, arabe y cristiana. Se nota que es un lugar de encuentro, de antigua riqueza. Ciudad de propiedad vertical y de palacios; he conocido varios como el de Lebrija y sus mosaicos de Italica, Pilatos con su escalera y patio, salinas con sus azulejos de Lerma.. Aún me queda por conocer mucha Sevilla. Mi abuela tenía casa en Sevilla, hoy en día es un club de la obra. Si soy sincero, nunca me he sentido muy unido a Sevilla pero se que es por desconocimiento, estoy seguro.

Paseo, hasta la plaza de doña Elvira donde una tía mía me enseña su estudio de pintura: desde allí veo los altos del Alcazar, la casa del arquitecto Chueca y la giralda al fondo, a su lado los venerables. Hablamos sobre Sevilla: su forma de estrella, su centro y sus barrios que le salen como brazos, y el intento de unir esos brazos quitando le personalidad que debería. Me habla de la judería y de sus ssss, así como de la perdida de artistas vs la llegada de bares y hostales. Juntos, pasamos por los Venerables y justo hay un ensayo de órgano para el próximo concierto. Simplemente escuchamos.

Órgano de los Venerables
Pasa un solo día, y me encuentro al otro lado de España. A la salida de Vic, en Cataluña hay un pequeño monasterio que me recuerda al de San Frutos en Segovia. Sant Pere de Casserres, románico del XI. La leyenda cuenta que donde murió el caballo, en el que se mato el hijo de Cardona, allí donde reposo, se construyo este monasterio. Un monasterio pobre. Hoy gracias a dios bien restaurado y por eso ha conseguido mantener  un mismo estilo arquitectónico, puesto que gracias a su constante ruina no se entremezclo con otros estilos. La estampa es única, todo lo rodea el agua del Ter.
San Pedro de Casserres
Sigo por el Ter, tras hacer un alto en Fontcoberta, que es un pueblecito con una iglesia desproporcionada para el tamaño del propio pueblo.

Llego hasta Gerona, de amanecida me acerco a San Felix, cuya iglesia románica parece más bien una fortaleza. El mártir romano fue enterrado allí y de ahí su emplazamiento. Una de sus capillas, la de San Narciso; protector de la ciudad. Por cierto uno de los milagros que se le atribuye, es el de generar la peste con moscas al invasor francés. La capilla me deja sobrecogido. Estamos ante una obra de un barroco finísimo de ventura Rodríguez, parce que he vuelto a Sevilla.

Subo andando hasta la catedral, con incredulidad de ver algo mejor a lo ya visto. La escalinata me sorprende y me recuerda a ella, bueno, a ella y a toda la ciudad que es el más puro Italia. 
La catedral gótica, es amplia, anchísima, parece ser la que más en su género. La restauración que tiene se ha realizado con gusto, se denota en el altar, donde mezcla el hierro pulido con una losa romana. Aunque lo mejor es la obra de orfebrería del retablo de plata, un puro lujo. El claustro románico es posiblemente de los mejores que he visto, doble arcada. Por fín, llego al tesoro de la catedral y me topo con un tapiz que representa la creación, una pieza realmente única, no había visto cosa igual.
Tapiz de la creación, pieza 
románica