miércoles, 28 de febrero de 2018

Sobre la nobleza y el Señorio de Vizcaya


Hablar hoy de noblezas de sangre es hablar de cosas antiguas pues fue a partir de 1835 cuando se suprimieron las distinciones de nacimiento. Aun así, no deja de existir el pertenecer actualmente a un origen u a otro, aunque sea desde el prisma histórico, ni tampoco seguir los precedentes de legislación, jurisprudencia, usos y costumbres para convertirse en parte de este grupo; aportándose un cierto dinamismo a la nobleza no solo por nueva creación de la corona a través de títulos nobiliarios sino por la suma de los actos positivos de nobleza en un mismo apellido.


Si bien dejaron de existir los tribunales públicos encargados de estos temas con sus propios trámites, pruebas y garantías, los llamados “las Chancillerías”, siendo la de Valladolid la que se ocupaba de Castilla, Indias y obviamente la que nos trae al caso que es la de Vizcaya. Son hoy en día estos tribunales las propias Corporaciones Nobiliarias, Maestranzas y Órdenes de Caballería que a través de sus dictámenes formalizan y aceptan estas pruebas y muestras de nobleza. Lo que conlleva a muchos estudiosos del tema, genealogistas, a trabajar en los expedientes de cada apellido o varonía. Siendo representados por la real academia matritense de heráldica y genealogía.
Históricamente siempre fue un tema de suma importancia, si hoy es delito utilizar un título nobiliario por suplantación de persona, en otra época lo era el simple el uso indebido de un escudo de armas o blasón, puesto que este pudiera llevar exención de contribuciones a su poseedor, yendo por tanto su uso en falso en prejuicio de la corona y del fisco. Como nos podremos imaginar los pleitos eran costosos y la búsqueda de posesorias de hidalguía por actos de varonía, se hacían de la misma manera que actualmente. Buscando antepasados con cargos privativos de nobles, empleos distinguidos, solar conocido, uso de blasón, demostrar enterramientos propios de la nobleza o de exención de cuarteles y alcabalas propias del estamento. Si bien en Vizcaya la más común era de vecindad. Para aunar y sumar estos actos positivos de nobleza se debían y se deben sumar hasta tres pruebas en la misma línea recta de un apellido, buscando una por cada generación. Estos actos pueden también pueden ser por la suma de dignidades personales, como la de un militar condecorado o un alto cargo civil.
En el Señorio de Vizcaya, como en otros lugares se dio por parte de la corona un reconocimiento propio a la calidad de sus pobladores. Por tradición se dijo que Vizcaya nunca fue conquistada por Roma ni influida por los visigodos, por tanto se trataba de una diferencia única, además con la curiosidad de ser una raza única, con un idioma propio, primitivo y monosilábico, bien conservado y con tradiciones y costumbres, además de música y usos típicos, todos diferenciados y muy admirables. Su origen siempre fue incierto, se habla de su concomitancia con lugares muy lejanos (caucásico, bereber, vikingo, celta..) aun nos sabiéndolo si podemos afirmar su particularidad propia, diferente al resto de España, y decir que al no ser influenciados por nadie, lo que fueron y lo que son se lo deben a sí mismos.
Históricamente fue Señorío de Sancho el Mayor, dejado como testamento en 1035 a su hijo García y finalmente incluido en los fueros de los Reyes de Navarra, dándolo Alfonso VIII en 1200 como feudo y mayorazgo a Diego López de Haro, cuya descendiente acabaría de mujer del hermano de Pedro I de Castilla, el cual lo ocuparía e influenciaría con Castilla, al morir estos sin descendencia pasara el Señorío a Castilla con Enrique II y finalmente seria incorporado para siempre al Rey de castilla como un Señorío aparte en las manos de su hijo Juan I. Como imaginamos todos estos avatares dieron lugar a una admirable legislación y leyes derivadas de una organización nobiliaria. Por lo que se insta a denominarse solar único de nobleza, cuyos originarios son hijosdalgos de sangre, con privilegios, exenciones, preeminencias y libertades que su estado y calidad conllevara en todo el reino de Castilla, regidos primero por sus propios fueros. Siendo todos los habitantes del señorío iguales en su nobleza, no existiendo calidades o clases entre ellas debido a que nunca debieron su calidad a un monarca, ni a un señor, sino a su propia antigüedad. Si bien desde entonces existieron los naturales y los foráneos, los cuales cumplidos los requisitos (probar limpieza de sangre en su país de origen) ganaban su propia vecindad catalogándose como el resto.
Solo entonces como nobles podían ejercer cargos municipales, sus derechos de voto en los ayuntamientos y en sus encartaciones, esto significaba asistir a las juntas generales y ser propuestos como representes ante estas juntas, siendo nombrados apoderados para acudir a las juntas de Guernica y Avellaneda donde se trataban los temas importantes. Puesto que Vizcaya se basaba en un régimen de representación gradual y colectiva, con un gobierno de selección o “de los mejores”. El modo de realizarlo era sencillo, los concejos locales o ayuntamientos elegían un síndico procurador para que este ejerciera su representación en Guernica, y si era un pueblo dentro las denominadas encartaciones, primero iban a Avellaneda votaban y elegiría entre ellos representante para acudier a Guernica.
Si bien para puntualizar existía una especialidad que no diferencia entre ellos, eran los llamados cabezas de linajes antiguos, considerados como jefes militares de las familias, siendo estos consultados por el Señor de Vizcaya para asuntos importantes como la paz y la guerra. Siendo estos linajes de casa solariega tan importantes que aun si recaían en mujer, esta daba su apellido a su marido y a sus descendientes para no perder estas varonías. Curiosamente los apellidos vascos tenían siempre traducción en referencia con el solar o lugar de origen, buscando características de animales o plantas de donde provinieran. La nobleza vasca tuvo una preminente importancia y presto siempre servicios a la patria como bien muestran los hechos del descubrimiento.
Antiguamente la pertenencia a esta institución social, conllevaba obligaciones pero en contrapartida honores, distinciones, preeminencias y prebendas, como la de ejercer cargos públicos, ser representante o votar por ello, hoy en día simplemente conlleva la obligación de comprender la dignidad que es formar parte de la historia de España y en este caso de vascongadas, donde su recuerdo obligue a un comportamiento que tienda a la ejemplaridad y a la exigencia personal para una influencia positiva a nuestro alrededor. Muchos genealogistas infieren en los linajes para relacionarlos con hechos históricos concretos, intentando comprender que les llevó a aquellas personas a realizar tales actos de entrega, ventura y honor.