jueves, 28 de noviembre de 2013

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Hoy en día ser un optimista y un cachondo es una necesidad

Perspectiva - (wynn hotel )

El instinto de supervivencia es claramente el más arraigado en todas las especies. Si hacemos una reflexión basándonos en él, nos daremos cuenta de que las necesidades cambian dependiendo de las perspectivas que tenemos sobre nuestra propia esperanza de vida.

Cuando la esperanza de vida no alcanzaba ni los 50 años y la procreación necesitaba de una seguridad basada en el trabajo y éste en la fuerza física. Podríamos decir que la especie tendía por lógica a buscar las  parejas más fuertes, ellas hacia machos alfas y ellos, de la misma manera animal, hacia hembras bellas y fértiles.

Algo nuevo le ocurrió al ser humano en cuanto apareció la industrialización. Al llegar la profesionalización y el aumento de la esperanza de vida hasta los 65 años, el mundo del  trabajo dejo de ser meramente físico a totalmente intelectual, con lo que la seguridad pasaría seguramente por hacer una buena oposición.

He aquí en s. XXI, cuando nos damos cuenta que hemos pasado una nueva barrera. La de vivir hasta los 100años. Esta perspectiva implica que ya no funciona ni el alfa, ni el notario, sino el encontrar como necesidad imperativa una pareja que nos soporte y a la cual soportemos. Por eso supongo que la gente se divorcia, al ver que la vida le puede deparar algo más; o porque no aguanta ni un minuto más su situación porque el contrario es un autentico coñazo.

Pero habría que leer una segunda lectura y es la necesidad real de encontrar alguien que nos produzca estímulos positivos, y que lo haga casi de una manera constante y que pueda durar toda la vida. una mezcla entre curiosidad y optimismo patológico. - Diría yo - Si lo piensas bien no deja de ser una idea de supervivencia pura. 
;) 

El único problema a la teoría es que la gente es como es, el que es negativo y aburrido, no hay mucha manera de cambiarlo. Como hable en post anteriores los caminos neuronales se pueden cambiar pero tras mucho esfuerzo y de una manera complicada, parece ser que se aprenden hasta los cinco años de edad y luego es casi imposible mover los de sitio. 




viernes, 1 de noviembre de 2013

Cipreses de San Isidro



Empiezo a sentir que no siento, que la emoción de lo alto cae como un domingo de resaca -frío, solo, enterrado- como un ciprés de cementerio cuyas raíces no levantan a los muertos porque caen hacia abajo, hacia los profundos pozos de domingo. Donde te encuentro en mi maquina del tiempo, en mis pequeños recuerdos donde uno se hace chico y a la vez grande, porque te tengo, porque te rezo. Cuando uno sabe que se encerrara ahí, en la lapida de al lado, donde no importara la calle San Lucas, ni los mil nombres que le ponga al mármol. Cruzo ahora por donde Dios te arranco y mi alma me hace daño.

Hoy cerraba ayer, con ese manto rosado de meseta, con esa mirada de banco de esquina que te ve pasar por la mañana y queriendo, te guiña. Esas mañanas que se que miras y derrotado en una esquina pienso que no logro todo y pensar en ti me da vida. Me levanto herido, con una punzada en las costillas y un armario con cuarenta y un cajones en la cabeza; todos intentando abrirse como aquel aparador del cuarto azul de viñuelas al ser arrastrado. Busco llamar a alguien y veo que estoy solo, como cada domingo. Así que busco a tus hermanos hablamos de historia como en tu mesa y me despido como quien se viera en un rato. Me voy de Madrid, sin decirse lo a nadie, a hurtadillas como quien saliera de clase a escondidas. Me acerco a la alcarria, ya seca, sin vida.
Rumbo norte.
Arrincono al Ebro.

Me siento en tu silla.

Silla en el Ebro