martes, 19 de abril de 2016

Vaux

Cuando el tatarabuelo de Alexandre de Vogues, Alfred Sommier, acudió a aquella subasta, no se imaginó que compraría uno de los mejores palacios del mundo por €7m, al ser el único que pujo. Era a mediados del XIX y al verlo unos días antes, decidió intentar salvar un tesoro nacional de la ruina. Deshabitado desde hacía 40 años, tras la salida de la familia de los duques de Praslin, que lo habitaron durante más de un siglo. La casa se encontraba en desuso asi que tuvo que invertir gran  parte de su fortuna creada en el sector azucarero, en las restauraciones de la casa y los jardines, exactamente unos €25m.

Vaux le Vicompte tiene fama de tener las proporciones perfectas, y ser el diseño francés por antonomasia. Produce la sensación de altivez que solo a un genio se le advierte. Y lo hace especialmente en dos puntos, el primero dentro de la sala ovalada del palacio donde los jardines se convierten en parte del salón como si fueran un conjunto único e integrado. 

El segundo punto, es tras pasar la fuente circular que delimitad la mitad del jardín, es en ese momento cuando uno se da cuenta del engaño óptico realizado por el paisajista Le Nôtre, donde deja por fin ver la tercera fuente y el canal que aparecian inadvertidos desde el principio. Un simple juego de perspectivas, donde los objetos mas lejanos son mayores para hacer creer que estan mas cerca. Encontrándonos en el fondo del jardín frente a una colina presidida por la imponente estatua de Hércules, de unos 13m de altura, arropado por una subida balaustrada mucho mayor de lo normal, unos 1.5m de alto en vez de los 90cm aprox. que tendria el balcon en la bajada de las escaleras del palacio; haciendo así un efecto óptico de cercanía de lo distante.

Se trata de la creación perfecta y la puesta en común de 10 años de trabajo por los tres maestros franceses de la época, el arquitecto Luis Le Vau, el pintor Charles Le Brun y el paisajista André Le Nôtre en donde tuvieron entera libertad de creación junto con un presupuesto verdaderamente notable, que dió como resultado este famoso palacio para el polémico ministro de hacienda de Luis XIV - Fouquet, en las tierras que heredó de su padre.


Fue el maestro de ceremonias Vatel el que se encargó de la fiesta de inauguración, en donde pese a la leyenda, Luis XIV no destituyo a su ministro al ver tal magnifico lugar, sino que un entramado organizado por Colbert, secretario de Mazarino, hizo mella en la opinión del Rey - temeroso de sus nobles - tras la fronda que hubo en su juventud.  Fouquet fue encarcelado por malversación y murió en una prisión de los Alpes 19 años después, según alguna teoría es él quien representa al hombre de la máscara de hierro. Su muy polémico juicio apoyado por muchos intelectuales y cuyo fallo judicial contravino el Rey Sol hizo de Fouquet y su lema personal “Quo non ascendet? - ¿Hasta dónde no se subirá?” la mayor de las jugarretas que el destino le pueda llegar hacer a alguien. 


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