miércoles, 23 de mayo de 2012

Perdida castrense de la Guardia Civil

Tras la guerra de Independencia existe una in adaptación civil, dando se el fenómeno del bandolerismo español. Con Fernando VII se intenta crear un cuerpo específicamente para contener esta situación pero no es hasta 1844 (Isabel II tenía 14 años), cuando se crea la guardia civil por orden de Narvaez a Girón y Ezpeleta así mismo duque de Ahumada, militar y por tanto se encuadra el cuerpo dentro de las competencias del ministerio de la guerra para su organización.

Fue éste el creador de un código de conducta, un reglamento propio que le diferenciara del resto de cuerpos y su función de atención al ciudadano.


En los caminos, en los campos y despoblados, toda partida o individuo de la Guardia Civil cuidará de proteger a cualquier persona que se vea en algún peligro o desgracia, ya prestando el auxilio de la fuerza, ya facilitando el socorro que estuviera a su alcance. Por consiguiente, procurará amparar a todo viajero que sea objeto de alguna violencia; auxiliar a los carruajes que hubiesen volcado o experimentado cualquier contratiempo que los detenga en el camino; recoger los heridos o enfermos que se hallen imposibilitados de continuar su marcha; contribuir a cortar los incendios en los campos o en las casas aisladas, y prestar, en suma, del mejor modo fuere posible, todo servicio que pueda conducir al objeto y realce de esta institución, esencialmente benéfica y protectora.

Monumento a la pareja de la Guardia Civil
Es para fijarse también en otro detalle y es el de la simbología de su propio escudo, un sable cruzado por un haz de lictores. Y es que el haz de lictores es una unión de simples varas, que en su unión generan un símbolo de poder. La vara puede hacer justicia y hasta castigar, pero la ejecución (el hacha) solo viene de la unión de todas ellas, es el símbolo de autoridad que confiere su unión. Siendo un ritual primero etrusco y mas tarde romano, el cual se adapto y sobrevivió en el imperio, puesto que realmente nació como símbolo de los reyes romanos que eran electivos.



Otro ejemplo de estas curiosidades que caracterizan a la guardia civil sería la de su uniformidad, que le  da un halo de presencia en la historia moderna de España. Fue a propuesta del General Narváez por ejemplo donde se estableció el famoso tricornio de la guardia civil; la vestimenta también ha ido variando puesto que empezó siendo azul y hoy es de tonos verdes, pero si nos damos cuenta siempre se ha mantenido una motivada representación y vistosidad del conjunto. Situación que ha dejado de estar en uso relegando los tricornios, el galoneado a la etiqueta y el charolado para gala. ¡Una pena vamos!,  es el constante intento de quitarle ese espíritu militar que tanto ha caracterizado a la benemérita. Es cierto que el cuerpo desde la fundación de Ahumada ha sufrido muchos cambios y aunque siempre haya tenido una función y por tanto un control por Interior, lo que era antes el ministerio de gobernación, se estableció en los 80s una dirección general propia y una serie de competencias para el ministerio de Defensa como ascensos y dirección en misiones militares, en caso de haberlas. Pero la realidad es que este cuerpo que ha sido un instrumento para modelar nuestro estado moderno, por lo tanto nuestra historia. Aunque no parece que se mantenga con esa majestuosidad. Soy de la teoría que sin su sentido histórico y trayectoria no tiene sentido, y si se le respeta es por el peso que la historia le confiere, por eso me parece de cuarta la gorra de béisbol, y si lo pensamos bien la des-caracterización que sufre en general, la parte militar de la guardia civil al haber creado un sindicato, aunque reconozco que no lo esta haciendo nada mal y a lo mejor los tiempos que corren lo necesita, pero de todas formas no es propio de un cuerpo de como el de Ahumada. 



Quiero desde aqui echar una lanza por los simbolos, porque se nos olvida que estos son parte indispensable del hombre sobre todo, para definirse.
Desde aquí mando aquella famosa frade de la guardia civil: 


«el honor es la principal divisa del guardia civil; debe, por consiguiente, conservarlo sin mancha. Una vez perdido, no se recobra jamás»

¡Viva la guardia civil!



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