martes, 8 de noviembre de 2011

La Empresa y el Directivo

La empresa no sólo es una organización de personas encaminadas a un objetivo común sino una entidad propia, dotada de procesos, funciones específicas y habilidades que le diferencian de otras. Todo engranado por un equilibrio de intereses entre los diferentes stakeholders, y es en esta balanza donde la estructura de toma decisiones aparece, ya que es el directivo el que la desarrolla de una manera transversal, fomentando a unos frente a otros, según su circunstancia y estrategia determinada. En este equilibrio de los stakeholders con los intereses de la propia empresa véase como ejemplo la frase de Eugenio Fontaneda respecto a presiones políticas “lo siento, pero es que galletas comen todos”.
Por ello los aciertos como los errores deben conllevar la suficiente reflexión como para darse cuenta de porqué y de cómo existieron (mide aquello que quieras mejorar), es desde esta base donde se concede a la experiencia la virtud más importante. Las relaciones de una empresa son relaciones humanas, es en este punto donde quiero destacar que la fama nace gracias a la credibilidad.
Dos facultades intrínsecas al poder, ser Inteligente y ser político. Ser inteligente es no tener problemas de negocio y para ello se debe tener equilibrio. Ser político es no tener problemas de poder y para mantenerse en él, hay que fidelizar. En un entorno directivo existen leales o competentes, es mejor rodearse de competentes y conseguir sus lealtades a base de respetabilidad y favor, que de leales que no sirven (vease mundo de la política). Por ello, aunque realizar cambios es siempre difícil, el truco es: si es algo negativo basarse en algo exógeno, como la consultoría o un tercero, y si es algo bueno en uno mismo, puesto esto va sólo de relaciones personales.

El príncipe de Maquiavelo
Los príncipes deben delegar los asuntos escabrosos en otros, y reservarse para sí mismos el derecho de conceder gracias y favores.

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