miércoles, 13 de julio de 2011

Crisis y el emprendedor

Los hijos de los europeos vivirán peor que ellos mismos. Esta es la realidad a la que debemos enfrentarnos. Este hecho viene de la dependencia energética del continente, el traslado de la producción al Este y su pérdida de competitividad, presiones a la baja en costes y por lo tanto en salarios, envejecimiento de la población, falta de modelo para los periféricos y la insostenibilidad del estado de bienestar. (Informe proyecto Europa 2030)





¿Qué podemos hacer?



El crac del 29 trajo una nueva política económica, el New Deal. Una de las claves fue fomentar el consumo, por tanto la capacidad disponible, como vemos en España la debilidad del gasto de las familias es notable (ver índice del comercio minorista con 11 meses de caídas). Al no poder crecer a través del gasto público, y que no podemos devaluar la moneda, que además nos encontramos acechados por el contagio, más la falta de credibilidad que generamos en el exterior (palpable en la dificultad de colocación de nuestra deuda vs Italia), con tantas otras variables negativas sin modelo, sin empleo, sin competitividad, un etc. comprendemos que nos enfrentamos a una lenta recuperación económica.
Otra de las claves de la salida del crac del 29. Fue el nacimiento de emprendedores, que vieron en la crisis una la oportunidad. La mayoría del empleo que se genero para desempleados fue por empresas con menos de 5 trabajadores. Con lo cual, podemos llegar a la conclusión de que el emprendedor es una de las herramientas e iniciativas que más debemos proteger, no sólo por parte del regulador o los medios, sino por nosotros mismos y nuestra imagen hacia ellos.
La complicación del emprendedor, por un lado debe encontrar su hueco: Competir en un mercado y crecer en él o uno nuevo; lo que conlleva innovación y mejora, además de que este descubrimiento o aprendizaje, consiste en identificar el problema, definir el producto y encontrar el mercado donde encajarlo. Una vez realizado todo ello, esperar –a que funcione –. Y por si faltara poco, le sumamos la complicación que supone abrir empresas en España, la falta de financiación y su coste. Por lo que entendemos que es tan importante, tener la idea como los medios para realizarla.
Conclusión: La consecuente pérdida del valor del trabajo como constancia y valor añadido para la sociedad, ha dejado paso a un único valor que canibaliza al resto, ($). Esta falta de valores estructurales, es una de la pieza del puzle para entender el estado en que nos encontramos. Esta situación sólo cambiará cuando dejemos de asimilar el reconocimiento social con el dinero en vez de con la actitud, la superación, la inteligencia y el conocimiento.

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