miércoles, 7 de septiembre de 2011

Los Rosacruz

Desde tiempos olvidados, los hombres se han alimentado de sueños de obtener algo por nada, dinero sin trabajar, conocimientos sin estudio, poder sin conocimientos, virtud sin superación. Por ello siempre ha existido una atracción hacia las sociedades presuntamente secretas y de iniciación, con sus jerarquías, ritos y lenguajes ocultos.
Conocemos organizaciones de poder, que controlan el mundo, como el ya conocido Builderberg club de este siglo o la masonería latina o la anglosajona nacida en la ilustración con motivos de ejercer presión, control y poder... Pero con los Rosacruz nos enfrentamos a nuevas barreras: la de la mente, la de la mística, la de la ciencia.






“La Masonería, las sociedades secretas, no son más que imitaciones, juegos de niños que copian a ser adultos”. Jacques Bergier

Una sociedad nacida de la mano de los alquimistas más celebres, verdaderos iluminados. Transformados espiritualmente por su saber, defensores de sus descubrimientos científicos contra los poderes organizados, contra la codicia de los hombres. Siempre en la oscuridad de su propia luz, entrando en la clandestinidad por las persecuciones políticas y sociales de otras épocas. En busca de la responsabilidad y el sentido moral; por el deber social de preservar a los hombres de sus propios peligros. Reservándose sus hallazgos hasta el momento oportuno en que la historia pudiera asumirlos.
Como podéis ver, muy alejado de los intereses partidistas de los masones, o de los económicos del Builderberg. Los rosacruzcianos se encuentran ante una nueva experiencia religiosa. Para ellos, sólo el humanismo transciende en la esfera de la ciencia, ella es el camino de la iniciación y la elevación del espíritu, siendo solamente alcanzable a través del conocimiento.
Los Hermanos de la Rosacruz; pretendían que el hombre poseyera la naturaleza, la utilizara sobre sí mismo, controlara las fuerzas y conociera todo el universo.
Realizaron un manifiesto, que escribieron en las paredes de París, en 1622, que decía textualmente:
"Nosotros, delegados del colegio principal de los Hermanos de la Rosacruz, hemos venido visible e invisiblemente a esta ciudad, por la gracia del Altísimo al que se vuelven los corazones de los justos, a fin de librar a los hombres, nuestros semejantes, de error mortal"



Se les creía en posesión de la transmutación de los metales, de la prolongación de la vida, del conocimiento, de lo que ocurre en lugares lejanos, del hallazgo de objetos... No es fascinante que todo esto sea actualmente cierto y real. Que el mundo se haya alejado del ostracismo, y nos otorgue el control del hombre sobre la materia. A imitación de los Rosacruz, y en honor a ellos. Dobleguemos nuestra evolución a nuestra propia razón y luchemos, ellos como científicos a través de la investigación; nosotros a través de la percepción, estudio y reflexión, a mejorar nuestras realidades.

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