Ayer se casaba otro gran amigo de mi
juventud, la verdad que ya caen como fichas de dominó. Me alegro.
Hablar con todos ellos era recordar viejas
anécdotas, desde las de niño hasta las de los primeros viajes, las primeras salidas
por la noche o las primeras chicas. Parecía
que no había pasado el tiempo, pero lo había hecho. Es curioso que reconociera cada
gesto, y que leyera al instante todo lo que les pasaba por la cabeza, sabiendo
que iba a decir uno o el otro antes de que lo dijeran. Si algo les molestaba o
no, que gracia les haría reírse más, con esa claridad que solo puede darte haberte
conocido desde niño y saber de qué pie cojea cada uno.
Allí estábamos en aquella capilla de la
moraleja que literalmente se cae a piezas de austeridad, y desconche, acordándome
de la despedida del colegio donde algunos fuimos porteadores de la virgen o de cuando
hacíamos de monaguillos con aquel incensario en mano que lo único que
lograba era distraernos. Creo que hacia tanto tiempo que no me acordaba de
aquella etapa que me emocione. Sobre todo al cantar el himno, del cual me
acordaba perfectamente, letra que por cierto escribió el padre Perez Pulgar (S.J.) fundador
de ICAI y físico, que además hubiera obtenido el nobel por sus estudios e
invención sobre tendidos eléctricos de no haber sido jesuita.
Mi bisabuelo fue alumno fundador del colegio,
creo que no eran más que unos 15 chavales en aquel primer internado. Refundacion del gran colegio imperial que desamorizo el estado, sonre la finca que dono Pastrana, quinta en la que se instalo Napoleon a su paso por Madrid. La quinta fue donada a las monjas del sagrado corazón y a los jesuitas, se llamaba
recuerdo el nombre del parque, curioso el gran empeño que ha tenido siempre la Iglesia en santificar
nombres, puesto que “recuerdo” no venía de ninguna virgen, sino más bien de un
amor del Duque. Mi tío abuelo también pasó por Chamartín hasta la
guerra como su padre, y mis abuelos en cambio pasaron por los jesuitas, uno por Tudela y el otro
por San Jose de Valencia. Así que mi padre insistió en que ese cimiento también
moldeara mi carácter.
1cuartel: colegio Imperial /2cuartel la virgen maria proteccion 3escudo de pastrana / 4escudo de loyola |
El Recuerdo era un colegio exigente, más de
dos cientos alumnos por curso que daban una competencia clara, así que no solo había
que esforzarse académicamente sino personalmente por hacer amigos, aunque siempre hubiera para elegir. Tenía fama de
duro y lo entiendo, nunca fui un alumno muy brillante más bien gracioso pero al final practico, debímos salir bastante bien preparados porque el primer año de
carrera, de repente todos los que eramos malos estudiantes fuimos destacados alumnos en la universidad, por lo menos el primer ano, creo que era por la inercia.
Aunque de niño no participe en muchas actividades extraescolares, si lo hice posteriormente, vi organizaciones muy independientes
unas de otras el circulo en serrano o las congregaciones marianas a las que íbamos a ver a las
niñas del mater. Colabore con entreculturas en el centro
de la calle Pablo Aranda, donde habían destinado al padre Alonso (S.J), una vez me dijo y con mucha razon que los que habiamos recibido debiamos hacer un mayor esfuerzo por devolver a la sociedad, gran rector. Aunque sin duda, lo que mas me divertio fueron las magníficas conferencias
de parapsicología del granadino padre Pilón (S.J.) y sus cursos prácticos de tele-radiestesia
en Cantoblanco, que me hicieron tener siempre curiosidad ante lo inexplicable y
buscar el lado científico de las cosas.
Resumiendo, podría decir que todos los que hemos pasado
por el Recuerdo o por Areneros tenemos algo parecido, y diría más, toda la gente
que he conocido a lo largo de mi vida - educada por la compañía - lo tiene. Y con los anos, aquella bandera del Che que colgaba en aquel despacho de pastoral de uno de los jesuitas más jóvenes que tanto me indigno de nino, ahora me produce hasta nostálgia, la de saber que no era mas que su propio intento de revolución ante aquel destino que le habían mandado con ninos pijos de Madrid.
Hablando con el Padre Climent (S.J.) ví la implicación tan
fuerte que en el fondo simpre había tenido la comunidad, aunque solo viéramos a unos
pocos en aquellos pasillos. Simplemente siempre estare muy agradecido.
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