Cuando un Rock & Rolla de los 50´s del West of London,
joven y sin pasta en los bolsillos, hizo de una vieja moto de Norton un apaño con un motor
de Triumph, no sabía que generaría tantas consecuencias como las que luego llegaría a tener. Aquel chico marcaría no solo a una generación sino a toda una época de
transgresión y de independencia que constantemente sigue a día de hoy sirviendo de
inspiración.
Este rockero simplemente añadió un tanque de aleación, un guardabarros
trasero y un asiento subido para crear una sensación estética más curva, lo que no sabía es que sería la pura expresión del arquetipo de hombre sin límites, de riesgo y de aceleración. Hoy mecánica y estilo son sinónimos de ese hombre y de esa época. Y
es que aquella moto de apariencia de carreras, cuya finalidad era aparcar en un
café para luego trasladarse a otro, sería una autentica conmoción social que daría
lugar a los llamados caféracers - con sus Royal
Enfield o Triumph versus a otro grupo suburbano llamado los mods cuyo fin era el mismo concepto pero con diferente estilo
en motos Vespas y Lambrettas. En general todos se enfrentan a la descarga en
vena del motociclismo. Una plena reafirmación personal y de pertenencia a grupo que dibujo líneas tanto en el tipo de música como hasta el tipo de drogas y consumos.
Decidí comprar una Royal Enfield modelo Clubman, lo hice en Zaragoza, podía haberla comprado en Madrid pero quise que cada recuerdo tuviera un nombre y una imagen.
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