Cuando el tatarabuelo de Alexandre de Vogues,
Alfred Sommier, acudió a aquella subasta, no se imaginó que compraría uno de
los mejores palacios del mundo por €7m, al ser el único que pujo. Era a
mediados del XIX y al verlo unos días antes, decidió intentar salvar un tesoro nacional
de la ruina. Deshabitado desde hacía 40 años, tras la salida de la familia de
los duques de Praslin, que lo habitaron durante más de un siglo. La casa se
encontraba en desuso asi que tuvo que invertir gran parte de su fortuna creada en el sector
azucarero, en las restauraciones de la casa y los jardines, exactamente unos
€25m.
Vaux le Vicompte tiene fama de tener las proporciones
perfectas, y ser el diseño francés por antonomasia. Produce la sensación de
altivez que solo a un genio se le advierte. Y lo hace especialmente en dos
puntos, el primero dentro de la sala ovalada del palacio donde los jardines se
convierten en parte del salón como si fueran un conjunto único e integrado.
El
segundo punto, es tras pasar la fuente circular que delimitad la mitad del
jardín, es en ese momento cuando uno se da cuenta del engaño óptico realizado
por el paisajista Le Nôtre, donde deja por fin ver la tercera fuente y el canal
que aparecian inadvertidos desde el principio. Un simple juego
de perspectivas, donde los objetos mas lejanos son mayores para hacer creer que estan mas cerca. Encontrándonos en
el fondo del jardín frente a una colina presidida por la imponente estatua de
Hércules, de unos 13m de altura, arropado por una subida balaustrada mucho mayor de lo
normal, unos 1.5m de alto en vez de los 90cm aprox. que tendria el balcon en la
bajada de las escaleras del palacio; haciendo así un efecto óptico de cercanía
de lo distante.
Se trata de la creación perfecta y la puesta en común de
10 años de trabajo por los tres maestros franceses de la época, el arquitecto Luis
Le Vau, el pintor Charles Le Brun y el paisajista André Le Nôtre en donde
tuvieron entera libertad de creación junto con un presupuesto verdaderamente notable,
que dió como resultado este famoso palacio para el polémico ministro de
hacienda de Luis XIV - Fouquet, en las tierras que heredó de su padre.
Fue el maestro de ceremonias Vatel el que se encargó
de la fiesta de inauguración, en donde pese a la leyenda, Luis XIV no destituyo
a su ministro al ver tal magnifico lugar, sino que un entramado organizado por Colbert,
secretario de Mazarino, hizo mella en la opinión del Rey - temeroso de sus nobles - tras la fronda que hubo en su juventud. Fouquet fue encarcelado por malversación y murió en una prisión
de los Alpes 19 años después, según alguna teoría es él quien representa al hombre
de la máscara de hierro. Su muy polémico juicio apoyado por muchos
intelectuales y cuyo fallo judicial contravino el Rey Sol hizo de Fouquet y su
lema personal “Quo non ascendet? - ¿Hasta dónde no se subirá?” la mayor de
las jugarretas que el destino le pueda llegar hacer a alguien.